Cuando hace unas semanas visité Córdoba, haciendo un recorrido por su gastronomía, tuve el honor de ser nombrado embajador de la Cofradía del Salmorejo y no podía dejar pasar ese honor sin contaros cómo se hace la receta del salmorejo cordobés tradicional, una sopa fría como la mazamorra con la que siempre quedo bien contento, especialmente en los días calurosos de primavera y verano. Para darle un toque especial, he decidido acompañarlo con unos crujientes torreznos de Soria, una combinación que seguro os encantará.
Para hacer el salmorejo, comienza lavando bien los tomates y retirando lo verde del pedúnculo. Tritura los tomates hasta obtener un puré, sin preocuparte por pelarlos o quitar las pepitas, ya que luego pasarás el puré por un colador fino para eliminar cualquier resto indeseado, dejando únicamente la pulpa.
Coloca el pan en un bol y cubre con el puré de tomate. Deja que el pan se impregne durante unos diez minutos. Luego, añade el diente de ajo y tritura todo bien con una batidora o un robot de cocina hasta obtener una crema espesa y homogénea. La cantidad de pan puede ajustarse según la consistencia deseada.
Una vez obtenida la crema, incorpora el aceite de oliva virgen extra en un hilo fino mientras continúas batiendo. Es importante utilizar un buen aceite de oliva virgen extra, preferiblemente de la D.O. Priego de Córdoba, para lograr una emulsión perfecta y un salmorejo cremoso y compacto.
Para preparar los torreznos, calienta abundante aceite en una sartén a fuego medio-alto. Cuando el aceite esté bien caliente, fríe los torreznos hasta que estén dorados y crujientes por fuera. Una vez fritos, colócalos sobre papel absorbente para eliminar el exceso de aceite y luego córtalos en trozos del tamaño deseado.
Sirve el salmorejo bien frío en platos hondos y coloca los torreznos recién hechos a un lado o por encima como guarnición. Esta combinación ofrece un contraste delicioso entre la frescura del salmorejo y el crujiente de los torreznos.